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Declaración de Artista

Soy dibujante,

por lo que siempre ha habido y habrá líneas en mi trabajo,

pero no siempre tuve presente al Sol como lo tengo ahora.

Me costó años y años de vivencia despertando todos los días, uno a uno de cada año, con el Sol afincado caliente en mi nuca,

hasta que un día lo soñé despierto -al Sol- y me dijo: A quién adoran, ingratos. ¿Es que no ven mi rostro en todas las cosas, que no son sino mi propio reflejo?

No alcancé a ver del todo su cara, por lo que deposité todas las virtudes formales de la línea en personificarlo.

Primero fue Él, un dibujo detrás de otro. Habiendo dibujado tanto al Sol, este me fue alumbrando a los demás: el cielo, la lluvia, el viento, las montañas, etc.

Somos humanos, y la comprensión del mundo conlleva, inevitablemente, como decía Camus, su reducción a lo humano. En la figuración humana reconozco todas las virtudes necesarias para lidiar con la multiplicidad de una idea y toda la complejidad de un concepto. Y la línea, ella es la máxima revolución de síntesis del pensamiento humano: Bendita.

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